jueves, 7 de diciembre de 2017

SHOSHIN

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Cuando indagamos en la etimología de Shoshin, encontramos que: "Sho" significa principio u origen; "Shin": espíritu, alma o actitud. Por lo cual veremos que generalmente se le traduce como "espíritu de principiante" aunque también lo podemos conseguir como: “mente de principiante”. 
Si leemos esta frase con cierta superficialidad, podríamos pensar que esto se refiere exclusivamente a las personas que están iniciándose en una actividad pero si profundizamos más, esta frase se refiere a un estado permanente de la mente.

Shoshin es uno de los 5 espíritus/mentes del Budo, una palabra heredada del Budismo Zen, el cual, al igual que el Sintoísmo está estrechamente ligado a las artes marciales japonesas. Shoshin nos invita a mantener nuestra mente y nuestra práctica en un estado de pureza sin importar la cantidad de tiempo que tengamos desarrollando una actividad, lo cual es un arduo trabajo.
Metafóricamente lo podemos asociar con una taza vacía. Cuando iniciamos una actividad, cualquiera que sea, automáticamente generamos expectativas, creamos fantasías y no nos permitimos vivir la experiencia de descubrir y disfrutar a plenitud del nuevo aprendizaje. Si nos trasladamos a las artes marciales japonesas veremos que a su alrededor se han tejido una serie de mitos y fábulas, principalmente las que incluyen al Samurai, el uso de distintas armas, y técnicas de combate, como las que hemos visto en películas, influenciándonos de alguna manera y generando que tengamos nuestra mente llena a la hora de pisar un dojo por primera vez y sin una mente vacía no podemos sumergirnos y aprovechar el aprendizaje al máximo. 




Lo ideal es tener nuestra mente libre, de manera que ésta se vuelva permeable. Shoshin es indispensable para principiantes como para alumnos ya avanzados, pero en la mayoría de los casos mientras más tiempo tenemos en una actividad nuestra mente se vuelve cada vez menos accesible y vamos abandonando este concepto, manteniendo nuestra taza llena y deteniendo nuestro aprendizaje.

A medida que vamos avanzando nos familiarizamos con el objeto de estudio, adoptamos automatismos y ciertos hábitos que hacen que de alguna manera nos mantengamos en una zona de confort, un espacio seguro donde podemos practicar con mayor facilidad y libertad. Sin darnos cuenta nos congelamos en el tiempo y nos bloqueamos deteniéndonos en el camino.
Es en este momento que debemos tener a Shoshin más presentes que nunca, vaciar nuestra taza, entrar al dojo casi como si fuese la primera vez. No debemos olvidarnos de lo aprendido pero si debemos conservar espacio y disposición para abrirnos al nuevo aprendizaje o reescribir sobre lo ya aprendido. Si lo concientizamos parece difícil alcanzar este estado de vacío de conciencia por lo cual debemos trabajar diariamente para alcanzarlo.